Quien estaba fascinado con el Viso era el patriarca de las Letras Gallegas, Ramón Otero Pedrayo. El escritor orensano que amaba Compostela, la ciudad en la que afirmo haber pasado los mejores años de su vida, tenía el Viso como referente.
En su celebre guía literaria de la ciudad que publicó en 1966 bajo el título «O espello na serán» (Galaxia), el subtítulo de la obra es:
«Entre o Pedroso e o Viso«.
En el capítulo dedicado a este lugar afirma que en el Viso se acuesta la cúpula estelar, que en el Viso «déitase a cúpula estelar, que é enxoito, ermo, de poucas falas, capa remontada…»
En otras ocasiones volvió a hablar Pedrayo del monte: por ejemplo, en 1959, en un artículo publicado en Vida gallega, bajo el título: “El giro de la ciudad inspirada” donde dice:
«El Pedroso y Santa Mariña, el Viso y los agros de Ramírez y la Selva Negra de los románticos amada, como los capiteles y los labriegos, guardan una juventud –quizá una no del todo desvelada adolescencia— bajo sus viejas facciones.»
En otro momento define, finalmente, el Monte con este verso en prosa:
«El Viso apura la secuencia del yermo.»
