Las ciudades necesitan árboles, las personas, naturaleza…
La mayor parte de los seres humanos experimentamos una tendencia innata a acercarnos a la Naturaleza y de sentirnos en sintonía con ella.
Esta necesidad de afiliación y vinculación emocional con otras formas de vida, con el hábitat y el entorno, es algo que está profundamente arraigado en nuestro ser.
Tal y como relató el biólogo Edward Wilson, a quien le debemos el desarrollo de la hipótesis de la BIOFILIA, aunque este término ya había sido empleado por Erich Fromm, el 99% de la historia de la humanidad transcurrió en estrecha vinculación con la Naturaleza.
Nuestra existencia en una realidad tal y como la conocemos hoy en día, cada vez más urbana, tan solo ocupa un pequeño porcentaje de nuestra historia como especie.
La presencia en nuestras ciudades de ambientes con vegetación y zonas verdes con las que interactuar, no sólo es necesaria para preservar la biodiversidad, la absorción de CO2, o aportar sombra en días de calor, sino también porque despiertan algo muy profundo y atávico en nuestro interior, ejerciendo un efecto reconstituyente y curativo.
“El intercambio hombre-naturaleza repercute en la inteligencia, las emociones, la creatividad, el sentido estético, la expresión verbal y la curiosidad”
Wilson
Trastorno por déficit de naturaleza
En los últimos tiempos el contacto con la Naturaleza en la población infantil, ha disminuido considerablemente.
El 82% de los niños de 0-12 años en España, juega al aire libre menos del tiempo que recomiendan los expertos, así se afirma en un estudio elaborado por el Instituto Tecnológico de Producto Infantil y de Ocio (AIJU, 2019). Trepar por un árbol, jugar con arena o barro, el pilla-pilla, el hacer saltar las piedras en el río o descubrir formas en las nubes han ido perdiendo peso frente a juegos, en su mayoría electrónicos que fomentan el sedentarismo y una escasa socialización.
Paralelamente, el acceso a lugares naturales o naturalizados para el juego, en muchas ciudades es cada vez es más complicado. Tal y como sostiene Heike Freire, cada vez nos hemos vuelto más urbanitas y tecnológicos.
Todo ello es un campo de cultivo para lo que R. Louv, llamó en su libro “Los últimos niños en los bosques” el trastorno por déficit de naturaleza, trastorno que tiene mucho que ver con el estrés y depresión infantiles, la obesidad, el trastorno por déficit de atención….
Para contrarrestar estos efectos, el autor nos receta la “Vitamina N”, N de Naturaleza que tantos beneficios nos proporciona. Los niños y niñas, cuando pasan tiempo en contacto con ambientes naturales, están en movimiento y a través de él desarrollan los sentidos, la inteligencia espacial, la atención, la creatividad, la autonomía… también se encuentran más relajados ,son más colaborativos porque hay más interacción y surgen menos conflictos. Así mismo es un escenario ideal para el juego libre y no estructurado, para dar rienda libre a la imaginación, donde un palo, una piedra pueden ser un universo de posibilidades.
El contacto con la Naturaleza es esencial para un desarrollo infantil integral, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Todo ello son argumentos para habilitar y valorizar espacios y recursos que posibiliten el contacto con la Naturaleza, espacios verdes para la población y en especialmente para la infancia.
Baños de Bosque (Shinrin Yoku)
El Shinrin Yoku es un término japonés que significa ‘adentrarse en el bosque’ o ‘bañarse en el bosque’.
Expresión creada por la Agencia Forestal japonesa, en línea con la tradición sintoísta de respeto y conexión con la Naturaleza, fue una práctica introducida en la década de los 80 como parte de un programa nacional de salud destinado a una población con altos niveles de competitividad y estrés.
Se trata de una práctica contemplativa para estimular todos los sentidos mientras estamos en contacto con la Naturaleza, el bosque… permitiendo que el cuerpo se autorregule, se tranquilice…
Tal y como sostiene el inmunólogo Dr. Qing Li, el mayor experto mundial en Medicina Forestal, autor del libro “El Poder del bosque” y padre de este movimiento, los baños de bosque pueden ayudarnos a:
- Disminuir el estrés
- Reducir el azúcar en la sangre
- Mejorar la salud cardiovascular y metabólica
- Mejorar la concentración
- Contribuir a una mejor salud mental
- Disminuir el dolor y mejorar nuestra inmunidad…
Pasear por el bosque, supone sumergirse en una experiencia sensorial tranquila, relajada donde disfrutar de colores, olores, del tacto, de los sonidos del bosque y también del silencio. Es el placer de caminar por caminar sin prisas, sin metas, contemplando y descubriendo lo que nos rodea, a un ritmo muy diferente al de este mundo cada vez más acelerado, dejando que la Naturaleza actúe mientras nos sentimos parte de ella…
Los “Xiros de los Montes de Compostela”, te ofrecen tramos donde podrás sumergirte en la Naturaleza y darte un buen baño de bosque…
La Naturaleza, fuente de salud, los seres humanos, fuente de contaminación…
La Naturaleza para los seres humanos, como para el resto de los seres vivos, es fuente de sustento, de salud, de recursos …
Sin embargo, desgraciadamente es habitual ver espacios naturales contaminados, sucios, con plásticos o colillas o convertidos en vertederos debidos a la acción humana.
Fotos como estas, recogidas durante el acondicionamiento de los “Xiros de Compostela” atestiguan una falta de civismo y de respeto a una Naturaleza que nos da todo y sin la cual la supervivencia de nuestra especie y del resto del Planeta sería inviable.
En un planeta cada vez más contaminado, con retos pendientes acuciantes como el cambio climático, la contaminación, deforestación, desertificación, la pérdida de biodiversidad…. hace falta un cambio de mentalidad, otro marco de relación, una actitud más respetuosa con la Naturaleza y el medioambiente.
Yo me apunto al buen trato, ¿y tú?
“La Tierra no pertenece al hombre sino el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida, es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra, ocurrirá a los hijos de la tierra”
Jefe Seattle, 1885